viernes, 25 de abril de 2008
Peter Gabriel & Youssou'n Dour.- Shakin' the tree
Por petición popular femenina, hoy cambio de color. It's woman's day.
Aquella semilla todavía yace en el fondo del pozo. Y parece que desde aquellos días no ha hecho más que crecer y fructificar.
Yo no quería ganar. Sólo quería tener posibilidades. Entonces yo tenía 14 años. Era el final del verano y Barbastro se arremolinaba alrededor de la Feria de Maquinaria Agrícola (FERMA). Mi abuelo había conseguido invitaciones para él y para yaya. Los niños entrábamos gratis, así que nos pasabamos allí todo el día. Tenían aire acondicionado y siempre caía algún regalo en forma de caramelo, bollo de pan o queso. Además, yo acababa de descubrir un nuevo objeto para mi deseo con un 20% de descuento siempre que mi padre me la comprara durante la feria: la Honda Vision.
Hartos de ver correr tanto niño por el interior del recinto ferial, los organizadores propusieron un concurso de dibujo con dos categorías: hasta los 13, 14 o más. Eso nos mantuvo quietos un par de días. Al tercer día, yo ya imaginaba la cantidad de jamones que regalarían al ganador o el tractor que compraría con el premio. Y quería ganar. Así que el día que entregué el dibujo cambié la fecha de mi nacimiento. De repente, había nacido el 17 de diciembre de 1977, tenía 13 años, entraba en la categoría inferior y mi hermana había nacido un mes y un día más tarde que yo.
Al cuarto día, yo ya había olvidado los jamones, el tractor y la trampa. Pasé horas pensando cómo convencer a mi padre para que me comprara la moto. Así que cuando llamaron a mi abuela diciéndole que mi hermana había ganado el segundo premio, no me sorprendió. A los cinco minutos llamaron preguntando por mí: había ganado el primer premio. Ahí sí me sorprendí. Mi hermana, que estaba al lado de mi abuela, se enfadó. Mucho. Mi abuela hizo ver que no se enteraba de nada. Nos vistió como dos angelitos (uno de ellos seguía enfadado) y nos llevó a la entrega de premios. Yo no sabía si delatarme o bailar. Así que seguí bailando.
Entregaron los premios. El cuerpo del delito se mostraba públicamente en presencia del alcalde y las damas de honor de las fiestas. Nadie se enteró. Todo quedaba en familia. Yo estaba muy nervioso. Sonó mi nombre y subí al escenario. Pasé frente a mi hermana -que ya tenía su premio y seguía muy enfadada-. No había forma de escapar. Me entregaron el premio y bajé corriendo con mi abuela. Eran libros amargos. Eran libros de culpa. No eran jamón, tractor, ni moto. Eran mi hermana enfadada. Pero había ganado.
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4 comentarios:
Escribes bien, cabrón. Un día habrá que compartir unos silencios en algún bar de abuelos.
Cuando quieras!
ejem.... que a los 13 y mas a los 14, ya no se es niño!!!... señor!, señora!!!!
Bueno, de esperanzas también se vive. Y como dicen Los Piratas, "mi infancia ha sido tan larga que nunca acaba de terminar"
:P
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