domingo, 29 de marzo de 2009

Camarón.- Volando Voy



No lo esperaba tan brillante. Sabía que llegaría pero, como tantas otras veces, miraba hacia otro lado, esperando equivocarme. O simplemente, ignorarlo hasta que tomara la consistencia de un muro ineludible. Pero no lo esperaba tan cercano ni tan cierto.

Todos mis finales han tenido un pequeño momento previo de extrema claridad. Luz en forma de diversión, satisfacción, alegría o acomodo a un lugar o situación. Pero jamás son preludio de un estado permanente, más bien, son la calma anterior a la tormenta. Y es que, por mucho que desvíe la vista, los cambios llegarán. Algo acabará, o tal vez todo, o casi todo y volveré a enfrentarme a la reconstrucción de la vida, con la experiencia que dan los ensayos, con la ilusión de la novedad, con la única certeza del cambio constante.

domingo, 15 de marzo de 2009

Pink Floyd.- Comfortably Numb



Los cíclopes deben ser la estirpe más castigada por los dioses. De gran tamaño y un único ojo en medio de la frente, los cíclopes vivían solos en remotas islas. Fabricaban armas para los dioses y construían murallas. Luego, los dioses, temerosos de sus criaturas y de sus armas, los encerraban en lugares perdidos entre las montañas de donde sólo podían escapar con la ayuda de otro dios que, irremediablemente, los utilizaba en su lucha contra otros dioses para luego volver a abandonarlos a su soledad y su mala fortuna.

Los marineros aterrados por su ojo, sus armas y, sobre todo, por su mal humor, huían de cualquier contacto. Y así fueron libres como los juegos de los niños, pero solitarios como la furia. Porque los dioses también olvidaron darles compañeras o amigos.

Últimamente los recuerdo a menudo. Releo sus historias y me pregunto cómo sería su vida día tras día en las islas del Egeo, curtiendo su piel al sol sobre las rocas, luchando contra las olas.

domingo, 8 de marzo de 2009

Nacho Vegas.- Detener el tiempo



Entro al bar y repito de nuevo el rito: saludo a Toni, hablamos de la música, me sirve una cerveza y al cabo de un rato, acabadas las sorpresas, abro el libro y empiezo a leer: Faulkner, El ruido y la furia, página 81, Alfaguara. Al acabar el capítulo, levanto la cabeza, pago, saludo, me subo el cuello del abrigo y me preparo para salir a la calle. Son casi las once y suena Detener el tiempo.

Dos de junio de 1910

Cuando la sombra del marco de la ventana se proyectó sobre las cortinas, eran entre las siete y las ocho en punto y entonces me volví a encontrar a compás, escuchando el reloj. Era el del Abuelo y cuando Padre me lo dio dijo: Quentin te entrego el mausoleo de toda esperanza y deseo; casi resulta intolerablemente apropiado que lo utilices para alcanzar el reducto absurdum de toda experiencia humana adaptáncolo a tus necesidades del mismo modo que se adaptó a las suyas o a las de su padre. Te lo entrego no para que recuerdes el tiempo, sino para que de vez en cuando lo olvides durante un instante y no agotes tus fuerzas intentando someterlo. Porque nunca se gana una batalla dijo. Ni siquiera se libran. El campo de batalla solamente revela al hombre su propia estupidez y desesperación, y la victoria es una ilusión de filósofos e imbéciles.

sábado, 7 de marzo de 2009

Albert Plà.- El lado más bestia de la vida



Para Susana, porque donde dos cuencas
vacías amanezcan
ella pondrá dos piedras
de futura mirada

Me despierto temprano, y como cada sábado, bajo a desayunar al bar. Ya tengo localizados aquellos que tienen los periódicos que me gustan, así que antes de elegir una mesa, elijo los que leeré (un andorrano, otro español). No tengo especial preferencia, me dejo llevar por los titulares.

El Diari d'Andorra hablaba de elecciones y programas electorales, así que he acabado rápido. La Vanguardia, corrupción y crisis del Barça... pero en las páginas centrales, Bolaño. De hecho, era lo único que me interesaba de la portada. Bolaño que es un viaje a México, a las profundidades, al dolor, a una vida truncada, a la literatura como válvula de escape, a un hombre que admiro sin apenas conocerlo. Leo el artículo con avidez y no dejo de sorprenderme. Lo leo de nuevo. ¿De donde nace un mundo? Por momentos, levanto la vista del periódico. En la televisión [sin sonido] los telediarios repiten las mismas imágenes una y otra vez, pero una imagen me captura. Es hermoso volver a ver la Plaça Sant Jaume llena de banderas rojas y negras, el retorno de viejas soluciones para problemas nuevos. O no tan nuevos.