lunes, 11 de agosto de 2008

Wall-E


Un día de estos hará un año. Doce meses largos tortuosos y complicados, pero también cargados de pequeñas alegrías. Y he sobrevivido, de hecho, lo vivo bastante bien. Y aunque al llegar la noche, me sienta como el robot más solo del universo, estoy contento con mi vida -a ratos, claro-. 

Así que quiero darte las gracias por haberme escuchado. También al señor Steve Jobbs por inventar el Ipod y a Roger que me convenció para comprármelo, a la familia Fisher y a Marta que me los presentó, a Jaime de Arroyos [al que casi nadie conoce, pero un día os contaré de él], a todos las arqueólogas que me rodean que son muchas y buenas, a la Eli que después de muchos años me llamó y me obligó a confundirme cada viernes y domingo, a mis chicas amorosas, a Lola y Raúl [y a Ana], a Montse y a Pau [porque no fallan nunca], Samantha, a mi familia [porque nos queda mucho por hacer, pero lo estamos haciendo!], al Dani y al Jordi y a mis tíos, a Fernando, a Gilles y Jimena [porque son un amorcito], a Alfonso que me sacó a jugar a futbol, a Madrid [y toda la gente maravillosa que siempre me acoge con los brazos abiertos]. A María José, a Edith y a Víctor García [porque están muy lejos pero los siento muy cerca] A los que acaban de aterrizar en mi vida, Dayana, Leticia, Néstor. Y a los que llevan muchos años, la familia Tortosa, Víctor y Ester. A Jorge, por ser mucho más de quien debía. A la Big Band de L'Hospitalet. A mi abuela, a mi abuelo que me cuida desde allá arriba. Sin vosotros -y muchos que me dejo- no sería capaz de abrir los ojos y ver lo bueno de esta vida.

Porque es tan simple como eso: estoy vivo.

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