jueves, 14 de agosto de 2008

Crash Test Dummies.- At my funeral



Para Ade, que me quiso y más tarde me regaló al disco.

Deben haber pasado ya doce o quince años desde aquella noche. Yo era entonces un adolescente inquieto, retraído y bastante esquivo. Nada parecía tener sentido en aquel mundo de adultos en el que entraba irremediablemente. Las chicas me ignoraban y yo quería ser un niño por siempre. Había construido un pequeño mundo imaginario y no veía ninguna de las ventajas que supuestamente tenía hacerse mayor, a excepción de poder entrar en la sala de lectura para adultos de la biblioteca del barrio. Por aquel entonces, yo escuchaba Beethoven y Brahms –Mozart me parecía demasiado ligero- y empecé a leer los clásicos de la literatura: La Celestina y, sobre todo, El Lazarillo de Tormes.

Un día, en Barbastro, un amigo me habló de los cuentos de Cortázar y de los libros de Camus. Empecé por El Extranjero, fue una lectura difícil de digestión lenta y pesada… así que me pasé a Paul Auster y luego al Coronel no tiene quién le escriba. Incluso intenté escribir unas poesías que escandalizaron a mi madre el día que las encontró. No entendía tanta desesperanza.

Debe ser por eso que al acabar uno de aquellos días, al acostarme, supe que no despertaría. Como un calambre que me recorría de la cabeza a los pies. En aquel mar de incertidumbre, apareció una isla de certeza: iba a morir aquella misma noche. Al principio, estuve muy nervioso, incluso estuve tentado de levantarme y hablarlo con mi madre, pero desistí. En cada esfuerzo que hacía por evitar ese pensamiento, la certeza se abría paso y nada podía remediarlo: moriría. Estaba paralizado. El nerviosismo inicial fue dejando paso a una progresiva calma que me permitió abrir los ojos y mirar alrededor por última vez y hacer recuento de las personas, los libros, la música, los viajes,… Finalmente, me dormí.

Al día siguiente cuando sonó el despertador, no recordaba nada. No fue hasta cruzar el umbral de casa para ir al instituto que tuve que detenerme para comprobar que nada había pasado.


I'm still young, but I know my days are numbered
1234567 and so on
But a time will come when these numbers have all ended
And all I've ever seen will be forgotten

[CHORUS]
Won't you come
To my funeral when my days are done
Life's not long
And so I hope when I am finally dead and gone
That you'll gather round when I am lowered into the ground

When my coffin is sealed and I'm safely 6 feet under
Perhaps my friends will see fit then to judge me
Oh when they pause to consider all my blunders
I hope they won't be too quick to begrudge me

If I should die before I wake up
I pray that the Lord my soul will take but
My body, my body - that's your job

I can't be sure where I'm headed after death
To heaven, hell, or beyond to that Great Vast
But if I can I would like to meet my Maker
There's one or two things I'd sure like to ask

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