miércoles, 6 de agosto de 2008

Blur.- The Universal



Apenas sintió el pinchazo, la aguja que se deslizaba hacia la vena y el suero que se reunía con el flujo sanguíneo. Un mareo leve. Bebió el vaso de agua que le alcanzó la enfermera con ansiedad, imaginando aquel líquido frío, casi marmóreo resbalando por el esófago hacia el estómago. Ahora sólo quedaba esperar, la pequeña célula recorrería su cuerpo alimentándose de su sangre, reproduciéndose, invadiendo aquel espacio y ocupándolo cada uno de sus capilares. Finalmente, alguno de sus vástagos alcanzaría el cerebro y ya nada sería igual y sería inmune a aquella realidad impuesta por el azar genético. Una nueva vida, impuesta por un juez: nueva vida, nuevos recuerdos para aquel cuerpo joven, pero enfermo social. Sentía curiosidad por conocer qué recuerdos de su antigua vida habrían decidido conservar, de qué personas guardaría recuerdo y cómo se vería la marca en el antebrazo. Sentía curiosidad, ¿cómo se siente un condenado sin recuerdos del delito cometido, ni de las causas que lo llevaron a delinquir?

Todo había empezado mucho tiempo atrás, incluso antes de nacer, cuando en un control rutinario del embarazo, sus padres habían recibido la noticia. Los niveles de dopamina eran extremadamente bajos, lo que indicaba tendencia al abuso de substancias: tabaco, alcohol, vida temeraria… Tal como les había dicho el doctor, solo era una posibilidad, otros muchos en el pasado habían llevado una vida más o menos normal sin siquiera medicación, pero en cualquier caso el departamento de medicina legal había recibido ya el informe y sería catalogado como Individuo de riesgo social. No tiene porqué ser malo, pero debe ser vigilado.

A los dos meses de nacer, le habían realizado la primera intrusión sanguínea y, desde entonces y en todo momento, el cerebro artificial de la central de policía tenía acceso total a su pensamiento, sus sentidos y sus intenciones y hacía soltar las alarmas cuando su pensamiento se disparaba hacia lugares peligrosos. ¿Cuál debe ser el criterio de peligro para la Gran Mierda de la central de policía? A lo largo de los años había aprendido a reconocerlo. En la escuela cuando sentía la rabia contra uno de sus compañeros de clase y se dirigía a él con ganas de partirle la cara por haber copiado su examen o robado a su novia, de repente un pensamiento fugitivo le atravesaba y se fijaba en su mente: una nueva idea, una nueva historia, un nuevo pensamiento que lo apartaban de su objetivo. Luego llegaba el letargo, el cansancio, la hipoglucemia y el mal humor.

Pero él jamás había delinquido. Sólo era un procedimiento preventivo. No fue hasta que alcanzó la educación secundaria, cuando ya totalmente aislado en su mundo imaginario, un profesor le sugirió escribir todas aquellas historias. Él las leería y luego podrían comentarlas. Y así, lo que había empezado como una estrategia para evitar que el adolescente cayera en el autismo inducido por el sistema, se convirtió en amistad y, también, en el primer foco de resistencia social contra el Conductismo Genético. Algunos políticos -e incluso teólogos- se habían quejado de lo que ellos llamaban una grave lesión contra la libertad individual y el libre albedrío. Otros, en cambio, habían llegado a sugerir que se indujera a algunas mujeres para que se enamoraran de estos individuos.

El problema llegó cuando la panacea de la intrusión sanguínea se empezó a extender y los criterios se hicieron más laxos. Hace unos meses se alcanzó el 30% de personas inducidas y las autoridades están empezando a toparse con el problema de los hijos de inducidos, pues nacen ya conectados a la Gran Mierda. Ahí se abrían muchísimas posibilidades, en primer lugar médicas, pero también sociales y las empresas alimentarias y de abastecimiento de agua –las verdaderas regentes del mundo- empezaron a presionar al ministerio de sanidad para aumentar los mercados.

La abolición del consumo de carne y la implantación mundial de la energía solar y eólica habían acabado con el territorio y con buena parte del medio ambiente. Las exploraciones espaciales no acababan de dar los frutos deseados y la tierra se quedabba pequeña e hipercontrolada.

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