martes, 5 de febrero de 2008

The Verve.- Drugs Don't Work


Primero fueron porosas, blanquecinas y pequeñas. Ahora son más grandes, cilíndricas, envueltas en una coraza blanca de plástico que las proteje de todo mal. Llegaron por sorpresa y de forma escandalosa. El mundo se detuvo a su paso. Y tardó varios meses en recobrar su ritmo frenético, pero hoy, ya acostumbrado a su presencia, ni se inmuta.

Y es extraño... las echo de menos, aunque me acompañan allí donde voy y tengo que inventar trucos para no dejarme caer. Hoy, por ejemplo, estuve entregando currículums por correo, en La Virreina, en un bufete de ingenieros, en una empresa de gestión documental, en una empresa de servicios culturales... [de lo variado de mi currículum, mejor hablamos otro día], saliendo de la última oficina me sentía pletórico. Había terminado con todos los currículums que había impreso y sin embargo, en lugar de sentirme satisfecho, mi pensamiento se disparó hacia mi ex, a recriminarme por no dejar de caminar, a exigirme un cambio de vida, un descanso de esta incertidumbre. Yo lo ignoro de la forma más educada que puedo y me repito que, aunque estoy cansado, aún puedo dar algún paso más. [Ultreia!]. Además, creo dentro de poco tendré que empezar a caminar sin más apoyos que mis propias piernas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

si le hace sentir mejor mae.... creo q nunca se camina solo.
salud

Vic dijo...

Caminar siempre me hace sentir más próximo a mí mismo y más acompañado... pero para caminar es necesario un destino y, en ocasiones, también un camino.

Yo andaba perdido y me compré unas muletas.