miércoles, 31 de octubre de 2007

Café Tacvba.- La Ingrata



A veces, sobre todo al caer la noche, recuerdo aquellas tardes y aquellos días. Las noches que estuvimos juntos. Y lloro. Y me enfado porque no me responde los mails y tampoco me deja marchar con mis cosas. Entonces, en mi cabeza, la odio. En silencio. Con ternura, sentado en el suelo. Un odio pequeño que espera convertirse en sonrisa cuando ella cruce la puerta. Pero no pasará. Tal vez un día, dentro de mucho, me llame. Para entonces ya no quedará odio ni motivos para sonreir.

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