martes, 19 de mayo de 2009

Portishead.- Glory Box



Conoces a alguien en un bar. Hablas, compartes, ríes. Le haces reir, te hace reir. Y todo parece ser hermoso y conducir a sus labios. Hablas, cantas y entre San Francisco y Cerveza, ella te explica que no es la primera vez que te ve... que sabe tu nombre hace tiempo y que incluso ha preguntado por ti al camarero, que su tía trabaja contigo y que le ha pasado referencias. Y entonces se rompe el hechizo: "es majo, pero está loco". Y yo, que no sé vivir más allá de mis narices, pierdo el hilo. ¿en qué momento me mostré como un descerebrado? o tal vez sea un problema gramatical y me quedo con las ganas de preguntar qué significa loco en el contexto de su familia. Pero no me atrevo, así que me quedo cabizbajo, tal vez dolido, extrañado de reencontrarme con la palabra.

Vuelvo la cabeza para verte. Ya no eres ella y sé que me deseas, pero no entiendo que haces en sus brazos. Pero sigues allí. Y yo no te emborracharé. Pero tampoco vendrás conmigo. Porque estás con él, o eso pareces haber decidido.

Y yo me pierdo, y vuelvo solo a casa. Perdido. Y en el Ipod suena Glory Box y pienso que sólo quieres ser una mujer. Y que yo quiero ser un hombre, pero que el tiempo ha levantado una barrera de miedo en mí. O que tal vez yo sea estúpido esperando que alguien se lance a mis labios. O que tal vez, yo no sepa aprovechar las oportunidades. O que tal vez, como me dijeron hace ya mucho tiempo, estoy un poco loco.

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