jueves, 20 de diciembre de 2007

Ea! - La Vida



Confieso que no sentí ningún remordimiento o vergüenza por emborracharme de aquel vino. Es cierto que nadie me había invitado, pero la puerta estaba abierta y a nadie pareció molestarle que pasara y ocupara un espacio en la pista frente a la banda. Incluso me ofrecieron un número para el sorteo de una cafetera.

Hacía mucho tiempo que no oía una sección de vientos tan redonda. Y sólo eran tres [saxo barítono, tenor y alto]! En fin, me colé en la fiesta, bebí, bailé y deseé con todas mis fuerzas que me tocara la cafetera [que no tocó, claro]. Y lo pasé bien en una fiesta no planeada, hallada por casualidad.

Hoy me desperté tarde y contento. Feliz por reencontrarme con mi ducha caliente. Desnudo, camino de la ducha, no encontraba el albornoz. Giro, revuelvo la habitación y el armario pero es absurdo, no lo puedo ver, lo llevo puesto. Tal vez suceda lo mismo con esta ciudad...

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