sábado, 15 de diciembre de 2007
Amanece, que no es poco
Ayer empecé mi particular maratón de celebración de cumpleaños. De hecho había empezado el jueves con el ensayo de la banda... Una pequeña gran comida, con alguna mala noticia [este 2007 aún colea, el cabrón].
Y entonces empezó el hedonismo. Porque sí. Porque yo lo valgo. Estuve tocando el saxo en mi cuarto, sin importar el volumen ni lo mal que tocara. En los auriculares Lester Young. Un ratito de chateo y cuando ya me voy a preparar la cena para ir después a una fiesta, enciendo la tele y están emitiendo "Amanece, que no es poco" y entre el arroz, la manta, las horas... me quedé allí hasta las tres tan ricamente aprendiendo cómo funciona el corazón o cómo plagiar a Faulkner o disfrutando de los sudamericanos que unos días van en bicicleta y otros huelen bien. No llegué a ver a Sazatornil disparando al sol, ya estaba dormido. No era necesario, ya sé que siempre amanece, que no es poco, aunque no sea por donde quisieramos.
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