jueves, 12 de febrero de 2009

Elliott Smith.- Angel in the Snow



Cuando desperté, ya no recordaba nada. Todo era aquel día blanco que me rodeaba, las orejas calientes y los pies fríos. Me duché, elegí la ropa más caliente, metí el gorro y los guantes en el bolsillo del abrigo y me preparé para salir a la nieve caída durante la noche.

Al salir a la calle, noto como la humedad empapa mis zapatos, alcanza mis calcetines y un escalofrío recorre mi espalda. Sin embargo, no recuerdo nada. No es extraño, pasa cada día. De hecho, supongo que lo realmente extraño sería lo contrario: un guante no recuerda el paraguas que agarró días antes, un sombrero no tiene recuerdos de la ráfaga que lo levantó del banco y lo lanzó al suelo, haciendo correr a su amo por los parterres del parque. Por qué debería yo tener memoria? Sólo existe este día, esta nieve, estos calcetines mojados. Por qué debería yo recordar el viento helado de ayer? Ese viento ya no existe, ya nadie utiliza sombrero, ¿por qué recordar? ¿por qué cargar con todas esas imágenes de lugares y objetos que ya cambiaron? Mañana será otro día, tal vez salga el sol y funda la nieve, o se levante el viento y nos lance la nieve de la montaña a la cara, o tal vez siga nevando y no podamos salir de casa. Ayer ya pasó, mañana aún debe ser soñado, mientras yo subo a casa para cambiarme de calcetines.

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